Las
ciencias geológicas son un conjunto de disciplinas científicas que,
confrontando diferentes argumentos específicos, participan en la delineación de
un cuadro global de los conocimientos hasta ahora adquiridos sobre el planeta
Tierra. Junto a disciplinas históricas como la paleontología y la
estratigrafía, nacidas en el siglo XVIII, al igual que la idea misma de la
geología, posteriormente se han consolidado en el siglo XX nuevas disciplinas,
como la geofísica y la geocronología, que se basan en los conocimientos
adquiridos gracias a otras ciencias.
Las
disciplinas.
Entre
las diferentes disciplinas que se relacionan con las ciencias geológicas
existen algunas en particular que proporcionan los conocimientos de base
indispensables: la mineralogía se encarga del estudio de los minerales,
definiendo sus características y propiedades, y catalogándolos en diferentes
grupos; la petrografía y la petrología estudian y clasifican las rocas
magmáticas y metamórficas y los procesos litogenéticos (de formación de las
rocas) que las han generado; la sedimentología se ocupa en cambio de las rocas
sedimentarias, detallando las fases y modalidades de su formación; la
paleontología analiza los fósiles y su significado cronológico y ambiental
según los principios de la evolución de las formas de vida; la estratigrafía
estudia la disposición de las rocas en el espacio y en el tiempo para
establecer el orden de sucesión de los principales eventos geológicos, etc.
La
cronología relativa.
El principio del actualismo
Los principios o criterios
estratigráficos.
Fueron
los británicos James Hutton (considerado el padre de la geología moderna),
hacia finales del 1700 y Charles Lyell, que recoge esta idea en su obra
Principles of Geology en el siglo XIX, los primeros en formular tales
principios.
Los
criterios estratigráficos son los siguientes:
Criterio
de superposición: en virtud del cual, en la sucesión de sedimentos, aquellos
que ocupan las posiciones inferiores son más antiguos que los que los recubren,
por lo tanto un estrato es más viejo que el que tiene superpuesto y más
reciente que los precedentes; este principio es también válido para las coladas
de lava, es decir, las más recientes están superpuestas a las más antiguas.
Existe
también un criterio que postula que cuando algún fenómeno geológico perturba a
una serie de rocas, este proceso es evidentemente posterior a la formación de
la roca más reciente perturbada y precedente de la roca perturbada más antigua.
Los
fósiles:
Se
definen con este término los restos de organismos y huellas debidas a su
actividad vital (como las galerías excavadas en los sedimentos como
habitáculos, las huellas debidas a los desplazamientos de los animales e incluso los excrementos denominados
coprolitos) conservados en las rocas.
Principalmente
se necesita que el organismo muerto sea rápidamente alejado de los procesos de
descomposición y degradación llevados a
cabo por las bacterias y los agentes atmosféricos; por lo tanto, es necesario
que los restos del organismo (o sus huellas vitales) sean recubiertos por
sedimentos en un tiempo muy breve. En una segunda fase, una vez desaparecidas
las partes blandas, con lo que queda del esqueleto, se produce la formación del
fósil propiamente dicho mediante distintos procesos.
Más
rara aún es la conservación de las partes blandas del organismo mediante un
proceso de carbonización: la sustancia orgánica, generalmente vegetal,
enterrada y por lo tanto, aislada del aire, pierda agua, enriqueciéndose al
mismo tiempo en carbono (por fermentación y destilación) hasta convertirse en
carbón.
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